DOCUMENTOS DE LA STASI

Hace unos meses, allá por comienzos de febrero, escribí para otro blog (por lo que me pagaban algo; hay que ganarse la vida de alguna manera) un artículo que titulé como éste y que como no se llegó a publicar entonces, pues lo voy a hacer ahora, y decía así:

La Stasi era la policía secreta de la antigua República Democrática de Alemania (RDA). Tras la caída del Muro de Berlín, llevó a cabo una concienzuda destrucción de documentos comprometedores. Se calcula que tales documentos forman ahora una gran masa de unos 600 millones de minúsculos trocitos de papel.
Un ingeniero alemán de 58 años, llamado Bertram Nickolay, está empeñado en recomponer el enorme puzzle que representa esa ingente cantidad de papelitos, para desvelar así los mayores secretos de la Stasi. Para conseguir esta colosal reconstrucción, Nickolay y su equipo han diseñado un programa informático, instalado en un superordenador cuyo acceso está muy restringido a los investigadores. El ordenador se encuentra en una sala secreta del Instituto Frauenhofer IPK de Berlín, y no puede ser visitado por ningún periodista.
El programa informático se denomina ‘Epuzler’, y tiene el propósito de recomponer, en el plazo de doce meses, el contenido de 400 sacos de trocitos de papel que fueron recuperados de la central de la Stasi de Berlín en enero de 1990. Se piensa que en el proceso de reconstrucción de los documentos se obtendrá información valiosa sobre los métodos de trabajo de la policía secreta de la RDA, los excesos cometidos por el régimen comunista y los nombres de los agentes de la Stasi infiltrados en las más altas esferas de los países enemigos de la antigua Alemania democrática, si bien será el Parlamento federal alemán quien decida el interés de su posterior digitalización, así como la reconstrucción del contenido del resto de los miles de sacos recuperados hace 22 años. En esta fase inicial trabajarán 20 personas y su coste no ha trascendido.
El proceso será básicamente el siguiente: se escanean las piezas, memorizándose diversos datos, como el tamaño, color y tipo de letra, así como el grosor del papel y el contorno de cada trocito. Toda esta información se almacena en el superordenador, donde es analizada por el programa ‘Epuzler’, que irá seleccionando las piezas para reconstruir los documentos.
El Gobierno alemán ordenó en febrero de 1995 la reconstrucción manual de los restos de documentos secretos de la Stasi, que pudieron ser rescatados cinco años antes en unos 16.000 sacos. Bertram Nickolay pensó que aquel trabajo podía ser mecanizado, y el desafío desembocó en el diseño del mencionado programa informático ‘Epuzler’.
Cuando el régimen comunista alemán había caído, el temido director de la policía secreta, Erich Mielke, conocido como ‘señor del miedo’, ordenó la destrucción de los documentos más comprometedores, que fue realizada, primero de forma mecánica y después a mano, hasta que el 15 de enero de 1990 una multitud armada asaltó el edificio central de la Stasi. Por suerte, se consiguieron recuperar los miles de sacos con los documentos elaborados por los 90.000 agentes a sueldo y los 170.000 informantes voluntarios que tenía Mielke para espiar a los 17 millones de habitantes que tenía entonces la antigua RDA.
En 16 años se consiguieron reconstruir un millón de páginas, entre ellas miles de documentos sobre la oposición política dentro del país y también sobre espionaje en el extranjero. Pero, a ese ritmo, la reconstrucción manual de los 160.000 sacos podía durar siglos. Nickolay calcula que con el ‘Epuzler’ tardarán entre 10 y 12 años para componer lo que denomina «el mayor puzzle del mundo».

Precisamente con el título de «El mayor puzle de la historia», apareció en el magazine XL SEMANAL del 13 de mayo de 2012, una pequeña reseña sobre el tema, donde al final se dice que si alguien cuestiona la utilidad de estos papeles, el director de la agencia que se dedica a ello, Joachim Häussler, lo tiene claro: «Es una ocasión única de conocer al detalle los servicios secretos y, en consecuencia, de entender nuestra historia. Se lo debemos a las futuras generaciones».

Teniendo en cuenta que la broma va a costar 8,5 millones de euros, personalmente no me parece razón suficiente, y creo que algo importante deben de estar buscando, algo que seguramente involucrará a políticos y personajes poderosos de la historia reciente, y que casi seguro que nosotros nunca llegaremos a saber, y quizás sea mejor así…

TZI