La Constitución estadounidense, hasta finales de 1913, prohibía la impresión de dólares por instituciones privadas. Pero, un lobby formado por Paul Warburg (Rotschild Bank), Benjamin Strong (Morgan Trust), Abraham Piatt-Andrew (Tesoro de EE.UU.), Frank Vanderlip (Citi Bank), Charles Morton (First National Bank) y Nelson Aldrich (senador), presionó al entonces presidente de los EE.UU., Thomas Woodrow Wilson, para que los dólares fuesen imprimidos y administrados solamente por ellos mismos.
Así pues, a partir de ese año (1913), los dólares pasaron a ser emitidos por el Sistema de la Reserva Federal (Federal Reserve System, popularmente conocido como FED), una institución privada qure ellos controlaban… y siguen controlando. Casualmente (¿o no?), al año siguiente comenzó la Primera Guerra Mundial, e innumerables acontecimientos mundiales de los que este sistema se aprovechaba con enormes beneficios, financiando la reconstrucción de las economías destruidas.
Yo pienso que «La doctrina del shock» que postula Naomi Klein en su magnífico libro, comenzó ya en estas fechas. Sí que es cierto que posiblemente se afianzó como herramienta no solamente económica (expolio de las riquezas mundiales), sino también política (mantenimiento de la hegemonía estadounidense) a comienzos de los años 70 del siglo pasado, cuando los efectos de los planes Marshall tras la Segunda Guerra Mundial ya habían decaído.
Casualmente (¿o no?), es en esos años cuando el lobby bancario presiona a Richard Nixon para que termine con la paridad del dólar con el oro que, aunque ya no se respetaba el respaldo que debían tener todos los dólares impresos por el oro custodiado en Fort Knox, frenaba las condiciones necesarias para impulsar un fuerte crecimiento económico mundial y llevar a cabo con éxito sus aspiraciones de control total.
La mayor parte de la gente no sabe, ni quiere saberlo, que la Reserva Federal crea dinero de la nada, se lo presta al Gobierno de los EE.UU. cobrándole intereses (qué gran negocio, por eso le interesa que EE.UU. haga guerras continuamente, entre otras cosas), opera fuera del control del Congreso y jamás ha sido auditada. Ya lo dijo uno de los Rotschild: «Permitidnos controlar el dinero de un país y no nos importará quién haga sus leyes. Esa es la máxima de la casa de los Rothschild y es el principio fundacional de los bancos europeos».
Controlan todas las agencias estadounidenses, tipo CIA, NSA, FEMA, etc., controlan el negocio de todo el petróleo del mundo, diseñan planes favorables para sus intereses en todas las regiones del mundo, enfrentan a personas y pueblos con creencias e ideologías dispares…; son los dueños de la guerra y de la paz. El gran negocio es un mercado de préstamos, muchas veces a los dos bandos enfrentados por un conflicto armado, para extenderlo lo máximo posible en el tiempo y sacar así el máximo beneficio; evidentemente, con el poder que tienen, ellos mismos provocan la mayoría de las veces esos conflictos.
Entonces entró en escena el Euro. Yo pienso que esta moneda no la controlan directamente; sí que lo intentan indirectamente a través del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, las agencias de calificación…, pero a veces se les escapa de las manos parte del negocio. Ocurrió con el muy lucrativo negocio mundial del petróleo, que siempre había estado controlado por el dólar americano. Pero, un buen día Saddam Hussein comenzó a operar las transacciones petroleras en euros, creando un precedente muy peligroso como posible ejemplo para el resto de países de la OPEP.
Los euros estaban emitidos entonces con estrictas normas de obligado cumplimiento para todos los países que formaban su estructura, y permitían a los países que operaban con ellos una mayor libertad de acción, ya que no les obligaba a reinvertirlos en el país de origen, como era el caso de los dólares en las operaciones relacionadas con el petróleo. El euro se podía convertir en poco tiempo en la moneda preponderante en los mercados, minando el liderazgo del dólar, que podría devaluarse de manera incontrolada y preciptarse hacia la total desconfianza e inestabilidad, provocando el hundimiento de los EE.UU.
Así pues, había que hacer algo. Como Saddam Hussein se convirtió de repente en malo (tenía armas de destrucción masiva que todavía no se han encontrado y mataba a kurdos, cuando hasta entonces nos había importado una mierda que los matase), hubo que invadir Irak para controlar su petróleo de nuevo, todo ello después del 11-S y posterior defensa contra el terrorismo internacional. Casualmente (¿o no?), los países que más en contra estaban de la invasión (Rusia, China y Francia), eran los que ya compraban el petróleo a Irak en euros, por tanto, los menos alineados con la política del dólar. De ahí que ahora, por ejemplo Francia tenga que invadir Mali para controlar sus yacimientos de uranio (estoy convencido de que EE.UU. financia a los insurgentes musulmanes de Mali). También el francés Strauss-Kahn molestaba en el FMI, y se lo cargaron, curiosamente, en EE.UU.
Para evitar pues ese cambio en el empleo de petrodólares por el empleo de petroeuros, lo ideal era el control directo del petróleo, como han hecho en Irak. Pero no es fácil entrar en todos los países productores (extractores) con las armas por delante, así que en los países no afines había que cambiar de régimen, y de ahí todas las supuestas revoluciones en Egipto, Libia, ahora Siria, y las que vendrán, y su obsesión por Irán… Sudán ya consiguieron dividirlo en dos, casualmente (¿o no?), una de las dos partes tiene casi la totalidad de los pozos petrolíferos actuales y las reservas: ¿qué país decide dividirse en dos después de una guerra civil horrible, quedándose una parte con todo y la otra con nada? Lo lógico hubiera sido repartir mejor o continuar la guerra civil, a no ser que te ofrezcan otro tipo de trato, que desde luego nadie conoce.
Como ya expliqué en un artículo anterior, la UE quería promover acuerdos con todos los países de la cuenca mediterránea, para crear una gran zona comercial formada por Europa, Norte de África y Oriente Próximo ampliado para el 2010. Con lo revuelto que está todo ahora (¿casualidad?), eso va a ser totalmente imposible. El Norte de África y el Oriente Próximo ya vemos cómo van, ¿y Europa?
En Europa, los Criterios de Maastricht para la moneda única europea, eran unas reglas esctrictas que limitaban tanto el déficit presupuestario de los países componentes de la eurozona (menos del 3% del PIB), como la deuda pública total (menos del 60% del PIB), para que los euros tuviesen salud y fortaleza en todo momento. Pero, esa disciplina se fue rompiendo, primero por los paíse grandes (Alemania, Francia…) que enseguida reconducieron la situación con innumerables reformas y sacrificios, pero después provocada en países periféricos, como Grecia con el escándalo de la agencia de calificación estadounidense que mentía con las cifras, o como en España, con el atentado de Madrid del 11-M, que cambió el partido político en el Gobierno, para que el nuevo disparase las cifras de deuda pública y hasta el último momento engañase con las del déficit presupuestario. Los socialistas, que tanto se quejaron de los mercados, del capitalismo, de los banqueros, de los ricos…, les hicieron, quizás sin ellos saberlo, un trabajo magnífico.
En fin, no quiero extenderme demasiado porque nadie me va a leer. Decir por último que no tengo muy claro si detrás del euro están los mismos que crearon la FED, o si la UE es un mercado alternativo al dólar para refugiarse en caso de que se hundiera éste. Si que creo que, desgraciadamente, la única manera de mantener el euro estable y fuerte, es la política de austeridad que preconiza Alemania. Por supuesto que muchos ladrones sin escrúpulos nos han llevado a esta situación, pero ya no cabe lamentarse; les hemos seguido el juego, les hemos dejado seguir jugando, ellos han ganado y nosotros hemos perdido.
Como dijo Nicholas Murray Butler, del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations, CFR): «El mundo se divide en tres categorías de personas: un pequeñísimo número que hace producir los acontecimientos; un grupo un poco más importante que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá lo que en realidad ha acontecido». Es decir, existen dos mundos diferentes: los que juegan activamente para conseguir sus fines y los que sufrimos pasivamente las consecuencias de ese juego maquiavélico.
TZI