TODOS NECESITAMOS BRACKETS

Con esto del PADI (Programa de Asistencia Dental Infantil), como la visita era gratuita, se me ocurrió llevar al hijo al dentista, con carácter meramente preventivo. Y nada más cruzar por la puerta de la consulta, el especialista exclamó:

-¡Necesita brackets!

-¿Y eso? -pregunté desconcertado.

-Mire ahí, arriba; esos dos dientes están un poco separados.

-No sé, yo no veo nada -dije con total convicción.

-Se lo mostraré con el medidor láser. Observe, la separación es de una micra.

-Pues si no es por el aparatito, ni me había dado cuenta, no parece que sea para tanto.

-Seguro que es motivo de risa entre sus compañeros. ¿Se suelen reír tus compañeros cuando estáis juntos? -preguntó el dentista a mi hijo.

-Bueno, el otro día les conté el chiste de los tomates que van por la carretera, y le dice uno al otro, ¡cuidado, un camión!, ¡chof!, ¿qué?, ¡chof!, y se rieron mucho -contestó inocentemente mi hijo.

-¿Lo ve? Los niños son así, pueden ser muy crueles, y su hijo puede crecer con un trauma irreparable, y puede que nunca encuentre novia, y no tenga descendencia, y…

¡Joder!, no pensé que tuviera los dientes tan mal; me lo puso todo tan negro que accedí con lo de los brackets, ¿que otra opción tenía?

-Ha tomado usted la decisión correcta, no se preocupe por nada… Por cierto, aunque sea un poco mayor, quizás usted también debiera plantearse ponerse unos brackets.

Estuve a punto de decirle que a mí me daba igual que los niños se rieran de mí, que no deseaba encontrar novia, que yo ya tenía descendencia… ¿para qué coj… quería yo unos brackets? Pero me contuve y establecimos la cita para colocarle esa cosa ‘innecesaria’ al hijo.

El mundo está lleno de gente sin escrúpulos que no piensa más que en hacer negocio a costa de la ignorancia, el miedo y la candidez de los demás. Yo los llamo los MP (Mercedes People) y hace tiempo que me prevengo de ellos; no creo que todos necesitemos brackets.

(Basado en hechos casi reales)

TZI

 

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EL FIN DE LAS UTOPÍAS

Cuando yo era más joven, hace unos 20-30 años, como forma de rebeldía frente al Estado opresor (el Estado siempre es opresor por definición, ya que regula nuestras vidas y no nos deja hacer lo que nos da la gana), aducíamos que nos considerábamos “Ciudadanos del Mundo”, y que no debería haber países, ni fronteras, ni otras barreras artificiales entre los seres humanos, todos iguales ante las leyes de comportamiento social, todos con las mismas oportunidades ante la vida… todo ello muy idealista y utópico, como corresponde a esa etapa de nuestras vidas.

En la actualidad, esta manera de pensar se ha desmontado, por el miedo que se tiene a un Nuevo Orden Mundial, controlado por la elite capitalista, que nos haga más esclavos de lo que ya somos. El caso es que ahora, como forma de rebeldía frente al Estado opresor, lo que se lleva es precisamente lo contrario, el apego al terruño, a lo cercano, y la búsqueda del mayor número de diferencias respecto al resto del mundo. El ser diferente y especial es lo que prima, la exaltación de la tribu, como si no quisiéramos pertenecer a la especie humana.

El resultado de este vuelco en nuestra forma de ver el mundo, es que se valora y se premia, no por las capacidades individuales, ni por la bondad de los proyectos, sino por los apellidos, que denotan la pertenencia a la tribu. Y la fábrica de tribus no descansa; continuamente aparecen países nuevos, y zonas que quieren independizarse porque sus gentes creen que van a ser más felices, cuando lo único que hacen es cambiar un Estado opresor por otro, con similares dependencias respecto al resto del mundo (materias primas, capital económico y humano, etc.).

Vivimos en una falacia monumental, esclavos de nuestros deseos artificiales, impuestos y manipulados por las grandes multinacionales; vivimos bajo control permanente, hipnotizados e idiotizados por los medios de desinformación de masas. Y nos hemos vuelto incapaces de construir una utopía que englobe a toda la Humanidad y que nos guíe hacia un mundo mejor, como ingenuamente intentábamos imaginarnos hace tan solo dos o tres décadas.

¿Estarán consiguiendo dominarnos poniendo fin a las utopías? Lo que se lleva ahora es la satisfacción inmediata de unos deseos la mayoría de las veces forzados por la publicidad y por el medio que nos rodea. Ya casi nadie piensa en el mañana, en si seremos capaces de reducir esas fantasías impuestas y disfrutar con lo que tenemos, sea mucho o poco, que en definitiva de eso se trata la vida.

TZI

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LA GUERRA DE LOS MUNDOS

Existen mundos paralelos. Uno de ellos es, sin duda, el mundo de lo prosaico, de la mediocridad, en el que derrocha sus vidas la mayor parte de las personas. Y hay otros mundos. En ellos viven las personas inclasificables, a pesar de nuestra obsesión por etiquetarlo todo; las personas que van contracorriente, a pesar de la enorme fuerza del curso de los acontecimientos cotidianos. Algunas destacan socialmente y son consideradas geniales, mientras que otras permanecen en el anonimato, siendo invisibles para los demás.

El escritor Jonathan Swift afirmaba que «cuando en el mundo aparece un genio, todos los necios se conjuran contra él». Esta frase resume perfectamente el eterno conflicto entre la excelencia y la mediocridad, la verdadera ‘guerra de los mundos’. Y el campo de batalla está dividido por una delgada y sinuosa línea que representa la evolución humana.

Es una evidencia que no es posible, ni sano para la especie, que todos seamos creadores, intelectuales inconformistas, o como queramos llamarlos; la mediocridad siempre será necesaria. Alguien tiene que barrer las calles o transportar los alimentos del campo a la ciudad, por ejemplo. En muchas especies llamadas sociales, como las abejas, las hormigas, etc., existen también este tipo de diferencias. Pero, al contrario que en los humanos, actúan de acuerdo a un mismo plan, y cada especialista realiza su papel lo mejor que puede, sin entorpecer el trabajo de los demás, anteponiendo su vida por el bien común.

En cambio, en el ser humano, la mediocridad es incapaz de apreciar y valorar el talento. Pero, solo una parte de ella es realmente dañina, y es la que tiene como fin el dificultar, o incluso eliminar, el avance de las personas brillantes; son lo que podríamos denominar ‘mediocres destructivos’. Parece ser que fue Albert Einstein quien ya dijo que «los grandes espíritus siempre han tenido que luchar contra la oposición feroz de mentes mediocres».

Existen, en un extremo, los mediocres no dañinos, conformistas, buenos consumidores, que son modelados por los sistemas educativos y sociales imperantes en casi todos los países; y, en el otro extremo, estarían los genios destinados a ser incomprendidos, aunque no todo incomprendido es un genio.

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El mundo de la genialidad está dedicado, a través de la inteligencia y la constancia, a proponer cambios en nuestras vidas. Los cambios provocan pánico en los mediocres, muchos de los cuales creen vivir felices en su conformismo con el status quo, sin intentar realizar ningún tipo de progreso. Estas armas, la inteligencia y la constancia, siempre han sido muy molestas para los ‘mediocres destructivos’.

Hay ámbitos en los que abundan especialmente estos ‘mediocres destructivos’. Un claro ejemplo, siempre de actualidad, es el mundo de la política. En los partidos políticos y en las organizaciones sindicales, el acoso a quien tiene un mínimo de iniciativa y creatividad es tal, que finalmente solo ascienden los menos competentes, y así el proceso se retroalimenta continuamente. Como bien dijo Françoise La Rochefoucault, «los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance». Odian la originalidad que pone de manifiesto su propia mediocridad. Y los ejemplos son infinitos: ocurre en el mundo de la empresa, la opinión pública, incluso muchas organizaciones sin ánimo de lucro, cuya finalidad de ayuda desinteresada queda por tanto muy devaluada. Paradójicamente, podemos considerar que todas estas organizaciones mencionadas basan su poder precisamente en la cantidad de talento que logran destruir.

Llegados a este punto, podríamos hacernos la misma pregunta que el escritor Pino Aprile: «¿Es posible que estemos condicionados por una especie de selección cultural que nos aboca a la imbecilidad?» Después de todo lo expuesto, yo me inclino por una respuesta claramente afirmativa.

Si tenemos en cuenta que el mediocre no suele tener sentimientos de fracaso y está bastante contento con su forma de vida, mientras que el otro bando es idealista, rebelde, incansable e insatisfecho consigo mismo, solo así se entiende perfectamente que estén enfrentados. Y en este enfrentamiento perpetuo, en esta ‘guerra de los mundos’, está en juego la evolución de nuestra especie, y como en todas las guerras, todos pierden, todos perdemos.

TZI

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Sin escrúpulos

Mi madre tiene 75 años y va teniendo cada vez más achaques. Por tanto, tiene que tomar más y más pastillas para mantener los niveles de azúcar, colesterol, tensión… dentro de los límites establecidos. ¿Realmente tiene que ser esto así?

Cada vez que le ponen una pastilla nueva, nadie le explica qué efectos secundarios puede producir. Lleva años tomando estatinas para bajar el colesterol y parece estar demostrado que provoca estenosis (entre otras cosas) en las válvulas del corazón, que es precisamente lo que ha padecido mi madre recientemente, teniendo que ser operada a vida o muerte; por suerte sobrevivió.

Siguió tomando estatinas para el colesterol, que, además provocan otros efectos secundarios como picores, vómitos, hemorragias y un largo etc. que ahora no recuerdo (incluso sepsis, muy peligrosa, que puede llevar a la muerte en muy poco tiempo). Pues bien, muchos de esos síntomas los ha estado padeciendo mi madre largo tiempo, incluidas hemorragias internas (heces negras), con lo cual le salía en los análisis anemia y le recetaban más pastillas para subir el nivel de hierro.

Esta semana decidí acompañarla yo al cardiólogo. Después de una larga visita, cuando ya nos íbamos a despedir, como vi que el médico no tenía intención de hablar sobre el tema, le pregunté qué valor tenía el colesterol de mi madre en la última análitica. Me dijo que por qué le preguntaba eso, le dije que por curiosidad, parecía no tener muchas ganas de decírmelo. Al final me dijo que le había salido 107. No sé si era verdad o era un dato más antiguo, pues yo acababa de ver en el informe de su última analítica un valor bajísimo de 74.

Bueno, acepté el de 107, y le dije que me parecía muy bajo, pues el límite inferior es de 111. Me quiso corregir diciendo que era 109, pero que a los pacientes con problemas cardiacos como mi madre les «exigían» un menor nivel. Le dije que no lo entendía, pues el colesterol tiene su función beneficiosa en el organismo, en todas las personas por igual. La función del colesterol es precisamente la de taponar los agujeros que continuamente se producen en todos los conductos sanguíneos; por eso mi madre tenía hemorragias, porque sus niveles de colesterol no eran suficientes. El propio cuerpo humano produce colesterol precisamente para poder reparar esos conductos sanguíneos, aunque el mecanismo ideal de reparación es por medio de la vitamina C.

El caso es que después de un rato de mirar el ordenador, el médico decide que ya no va a tomar más la pastilla para el colesterol. Parece ser que se dió cuenta de que era peligroso, Y YO LO SABÍA, que esa es la cuestión: se aprovechan de nuestra ignorancia para engordar las cuentas de las multinacionales farmacéuticas (y quizás obtener regalos, viajes, y a saber qué contraprestaciones), SIN NINGÚN ESCRÚPULO.

Desengañémonos ya. Si no llego a decirle nada al médico de mi madre, ésta seguiría tomando estatinas hasta que le hubiese dado alguna embolia o cualquier otro accidente de tipo cardiovascular, que hubieran justificado porque mi madre ya es mayor y está descompensada de casi todo; pero nunca nadie lo hubiera achacado a la ingesta de medicamentos, aunque lo ponga claramente en los prospectos, que la verdad no sé para que los incluyen dentro de las cajas.

¡Sinvergüenzas sin escrúpulos!

TZI

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VITAMINA C

Parece ser que la vitamina C tiene propiedades que nunca nos hubiéramos podido imaginar, como por ejemplo, la destrucción de células cancerosas con la aplicación intravenosa de altas dosis. Hay ya muchos estudios que lo demuestran, algunos de ellos de hace ¡casi 40 años! Pero aquello podía ser un desastre para el negocio de la quimioterapia, así que inmediatamente se diseñaron estudios para demostrar lo contrario.

En 1976, Linus Pauling y Evan Cameron, consiguieron que pacientes en estado terminal tratados con ascorbato sódico sobrevivieran 300 días más que los no tratados, y repitieron unos resultados similares dos años después. En respuesta a estos estudios, se realizó otro, pero en el que casi todos los pacientes habían recibido previamente quimioterapia, y otro estudio en el que la aplicación de vitamina C se realizó solo durante 10 semanas, algo que nada tenía que ver con los estudios originales de Pauling y Cameron.

Está claro que la vitamina C no es un producto interesante para las multinacionales farmacéuticas, ya que su producción es muy barata y no precisa una licencia especial (no se puede patentar). De hecho, es más bien un producto molesto para la «farmafia», siendo incluso objeto de acoso. Hay quienes afirman que su ingesta excesiva provoca efectos secundarios, como el aumento de excreción de ácido úrico y de oxalato, la formación de piedras en el riñón en pacientes con insuficiencia renal crónica o que están siendo tratados con anticoagulantes, o incluso daño genético que podría desencadenar cáncer. Un estudio reciente de Mark Levinee demuestra, sin embargo, que la vitamina C no afecta a las células sanas y, en cambio, mata las células cancerígenas, y que aunque se sobrepase el límite de saturación en el torrente sanguíneo, el exceso es eliminado rápidamente por la orina.

La vitamina C también participa en las reparaciones de las arterias y capilares sanguíneos. Su falta es suplida por nuestro cuerpo produciendo más colesterol, como mecanismo alternativo de reparación. Nuestro índice de colesterol aumenta por tanto, y nos recetan anticolesterolemiantes para reducirlo, con lo cual estamos eliminando también ese mecanismo alternativo de reparación y se producen, paradójicamente, los accidentes cardiovasculares que se estaban intentando evitar. Estadísticamente, está ya demostrado que las estatinas provocan problemas cardiovasculares serios, e incluso algunas ya se han retirado. Pero, nadie nos explica que quizás debiéramos aumentar la ingesta de vitamina C como solución al colesterol alto.

Todo esto parece tener su lógica si pensamos en términos de la famosa dieta mediterránea y sus bondades. La ingesta de grandes cantidades de vegetales (verdura, hortalizas, frutas) proporciona abundante vitamina C, fácilmente asimilable por nosotros, lo que nos sirve de defensa contra el cáncer y los accidentes cardiovasculares, que se han vuelto una plaga desde que ya no seguimos esa dieta.

Algo parecido sucede con la vitamina D, que merecería un artículo específico. esta vitamina es fundamental para nuestro sistema inmunológico, pero nuestro cuerpo solo puede producirla cuando nuestra piel está expuesta al sol, con lo cual en invierno padecemos carencia de ella y nuestras defensas se ven notablemente reducidas. Esta es una de las razones de que sea en invierno cuando cogemos los catarros y las gripes, cuyos virus también están en el ambiente en verano, pero que no nos afectan porque nuestro sistema inmune se «carga» por efecto de la vitamina D producida por el sol. He aquí otro remedio barato contra estas enfermedades, pero que no interesa a la «farmafia»; de hecho, también la ingesta excesiva de vitamina D puede provocar graves efectos secundarios, según ellos.

Como anécdota final, recuerdo que una vez, en invierno, pedí a mi médico que en los análisis que me iban a hacer, me midiesen el nivel de vitamina D. Me lo aceptó, a regañadientes, y me salió un nivel bastante más bajo que el límite inferior aconsejado. Por supuesto, el médico no me recomendó que tomase algún suplemento de vitamina D ni nada parecido. En el mismo análisis, el nivel de colesterol era ligeramente más alto que el límite superior aconsejado. Para esto sí que me recetó estatinas que debía de empezar a tomar de manera inmediata si no quería tener problemas cardiovasculares. Rompí la receta de las estatinas y decidí que tenía que tomar más vitamina C, a ser posible de forma natural, y que tenía que tomar más el sol (aunque nunca he sido de los que se esconde de él). El tiempo dirá si me equivoco o no, pero al menos estoy contento por haber tomado mis propias decisiones.

TZI

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EXPERTOZOIDES

Y mientras tanto, nuestro bello mundo se va llenando de espantosa fauna diversa, diseminada por todos los ecosistemas posibles, medrando por las charcas de la infamia, por los paisajes desolados de la mentira y la manipulación.

Me refiero a lo que algunos denominan, sin el más mínimo rigor, expertos. No a los expertos temáticos, como por ejemplo, los vaticanistas o expertos en lo Hermético (el Vaticano), sino a los tertulianos, esos expertos en todo, especialmente en coherencia, que se contradicen continuamente, cada vez que aparece un TT opuesto al del día anterior, que así es como se orientan ellos, cual veleta al viento dominante en cada momento. Y es que esta gente trabaja mucho con las nuevas tecnologías y, cada vez que tienen que preparar un tema para la tele o la radio, acuden sin dudarlo a Mr. Google.

En Internet, según la tendencia política de cada cual, teclean la prensa digital afín a su ideario (me refiero al secundario, después de la querencia por el dinero que los guía), con la fijación de que van a encontrar verdades absolutas a las que se aferrarán aunque encuentren argumentos demoledores en contra. Aunque son capaces de sostener al mismo tiempo una cosa y su contraria, o de atacar a los contrarios y defender a los suyos después de que hayan cometido el mismo error, pecado o delito.

Para esta gente sólo vale la hemeroteca cuando hay que recordar lo que dijeron otros y que sea beneficioso para sus fines (de quedar como el más listo de la clase), pero nunca se acuerdan de ella para comprobar las infinitas veces en que han metido la pata, y así hacemos más grande si cabe a Marco Tulio Cicerón, cuando dijo aquello tan famoso de «humano es errar, pero solo los necios perseveran en el error», que está muy bien para los conformistas, pero no debe estarlo para unos supuestos expertos.

Además, ya lo dijo muy bien Santiago Ramón y Cajal, «lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo», cosa que hacen continuamente, emulando a políticos, economistas… bueno, vale, que aquí podríamos incluirnos casi todos, yo el primero (qué bien he quedado).

A estos tertulianos, expertos que todo lo saben, los llamo expertozoides, porque pululan por todas las emisoras de radio y televisión, buscando penetrar en la verdad absoluta de las cosas mundanas, que me temo que no existe. Amigos, «la verdad se robustece con la investigación y el tiempo; la falsedad con el apresuramiento y la incertidumbre» (cuánto tenemos que aprender de los clásicos, en este caso de Tácito).

Y es que «afirmar y asentir es más fácil que probar y disentir, por eso hay más creyentes que sabios» (Bunge), y esto siempre será así, nos guste o no. Los expertozoides deberían ser los creyentes de Bunge, meros opinadores bien informados de la realidad. Y la realidad es que estamos inmersos en una sociedad tan poco empática, que prejuzga a los débiles como si éstos no tuvieran suficientes elementos externos que los hiciese alejarse de su propio destino (esta cita es cosecha propia, quizás no venga mucho al caso, pero me apetecía ponerla).

No tengo más que añadir sobre los expertozoides. Bueno sí: ¡que se queden en casa!

TZI

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EL SABER ES PODER

Veamos, a través de una carta al director de una revista de salud, la perversidad del sistema actual de sanidad ante una enfermedad tan temida como el cáncer, y la manipulación que se hace por parte de los médicos aprovechándose de la falta total de información y conocimientos de los pacientes que, por tanto, tienen gran parte de culpa:

«Sr. Director: ante todo quiero felicitarles por la gran labor que están realizando lo que, tal como está el sistema, es complicado. Por mi parte quiero aportar mi grano de arena contando una experiencia propia vivida hace casi 5 años a fin de ayudar a que otras personas se informen bien antes de tomar una decisión. El saber es poder y es pues algo que no interesa ni a los políticos ni a la gran industria farmacéutica. Verán, hace ahora 4 años y medio mis dos hermanos murieron de cáncer en un intervalo de 3 meses tras haber sufrido un auténtico calvario (debido más a los tratamientos recibidos por cierto que a la propia enfermedad). Y lo sé bien porque durante el proceso viví prácticamente las 24 horas con ellos. He estado decenas de veces en hospitales, he hablado con médicos, cirujanos y enfermeras y mi conclusión es que todo lo que rodea al cáncer es una farsa. He constatado que ante una enfermedad grave (sea del tipo que sea) tanto la reacción del paciente como la de los familiares suele ser de pánico; y que cuando no se tiene ni idea del asunto uno opta por fiarse totalmente de los médicos. Pues bien, en el caso de mis hermanos los médicos dijeron que las operaciones a las que fueron sometidos habían sido «un éxito» y se les había «cogido a tiempo» aunque luego, como precaución, decidieron administrarles quimioterapia. El caso es que los primeros ciclos los soportaron bien, pero a medida que fueron aumentando las dosis y las sesiones aquello empezó a no cuadrarme. Fue entonces cuando decidí informarme sobre esta enfermedad en particular y sobre la salud en general. Los médicos me dirían que la efectividad de sus tratamientos es alta, en torno al 70-80%, pero a medida que fui investigando me di cuenta de que es mentira. Porque ese porcentaje no es el de curación sino el de una mínima respuesta aunque ellos saben que luego la enfermedad crece a un ritmo vertiginoso. Lo vi con mis propios ojos, tanto en mis hermanos como en los pacientes que compartieron planta con ellos. Tras recibir todos los ciclos de tratamiento les volvían a dar más ciclos; y así hasta que llegaban a un punto en el que comentaban que «ya no había nada que hacer». Lo singular es que para esos médicos da igual lo que uno coma, dónde viva o cuál sea su estado anímico. Ellos se limitan a aplicar su protocolo y no quieren que se hable de nada más. De hecho, si se les habla de métodos alternativos la respuesta es siempre la misma: no sirven para nada. En cambio, no tienen reparo en hablar el tiempo que haga falta con los representantes de las compañías farmacéuticas que se hartan de visitarlos en sus despachos para venderles productos que no sólo no curan sino que empeoran la calidad de vida de los pacientes. Hoy tengo claro tras leer numerosos libros y hablar con médicos, cirujanos y familiares de otros pacientes, de la gran farsa que hay establecida. Se está haciendo sufrir a miles de personas para nada; bueno, sí, para enriquecer a unos pocos. Y es que la enfermedad da más dinero que la salud. Así que me permito sugerir a quienes están pasando hoy por una situación de esta índole que se informen primero de las alternativas y luego tomen su decisión. Deberíamos todos estar más y mejor informados y hacernos responsables de nuestra salud. Hoy me fío más de un organismo como el nuestro que ha ido evolucionando durante miles de años que de unos señores que no son más que títeres de la industria, que creen saberlo todo sobre el cuerpo humano pero al final se limitan a recetar medicamentos que no sirven ni para curar una simple gripe. No podemos pues mirar más hacia otro lado cuando miles de personas están agonizando en nombre de la Medicina… sólo para enriquecer a otros. ¿Qué tipo de profesionales son los oncólogos cuando siguen dando quimioterapia a personas que están ya encamadas y sufriendo todo tipo de penurias? ¡Porque no veas el cabreo que cogen si se les sugiere paralizar el tratamiento aún sabiendo lo mal que lo están pasando con él los pacientes! Insto a la gente a que compruebe por sí mismo todo esto y a que busquen alternativas para dar lo esencial al organismo. Para empezar, recomendaría la lectura del libro La Dieta Definitiva y seguir lo que en él se dice. Y luego, a medida que se vayan cambiando los hábitos alimenticios, comprobar el cambio. Lo que no tiene sentido es maltratar durante años el cuerpo con malos hábitos y pretender resolverlo todo luego tomando todo tipo de medicamentos. Y luego sugiero recurrir a las medicinas alternativas que sean eficaces…»

Muy clarificadora esta carta, de la cual me gustaría hacer hincapié en lo que dice de que «el saber es poder» y «deberíamos todos estar más y mejor informados y hacernos responsables de nuestra salud». Ésta es la clave, la información. Y es lo que personalmente voy diciendo a los que me rodean, pero con escaso éxito, ya que les supone un esfuerzo que no están dispuestos a dar; prefieren tumbarse en el sofá a ver el fútbol o cómo Falete se tira de un trampolín…

Cuando preguntamos a la gente qué es lo más importante para ellos, casi todo el mundo dice aquello de «salud, dinero y amor», dando siempre la mayor importancia a la salud, porque sin ella ¡para qué queremos lo demás! Pero luego demostramos todo lo contrario con nuestras actuaciones en la vida cotidiana, maltratando continuamente nuestro cuerpo, fumando, alimentándonos incorrectamente, no haciendo ejercicio, etc. Y cuando tenemos un problema provocado por ese maltrato, acudimos al médico para que nos recete unas pastillas que corrijan nuestros males. Si estuviésemos bien informados aplicaríamos siempre el principio de precaución y la prevención en todo lo que hacemos, y apenas necesitaríamos acudir al médico.

Actualmente, no paramos de quejarnos de los recortes en sanidad, pero no nos damos cuenta (porque somos así de cazurros, por decirlo suavemente, pues se merece algo mucho más fuerte) de que el sistema sanitario está sobredimensionado, ya que la mayoría de los problemas de salud se pueden evitar directamente por nosotros, y otros muchos se evitarían si no consumiéramos tanto fármaco químico que provoca efectos secundarios que nos empujan a volver al médico que nos receta otros fármacos químicos… y ya no puedes salir del círculo vicioso creado por las multinacionales farmacéuticas que viven y se enriquecen de él.

Así pues, insisto, aunque nadie me haga caso: la información en los temas de salud es fundamental para prevenir y es la única manera de escapar de las garras de la «farmafia». Nuestro leitmotiv fundamental en esta vida que nos ha tocado sufrir/disfrutar debería ser pues: EL SABER ES PODER.

TZI

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LA TORRE SOLAR DE CABANYES

El coronel de artillería español Isidoro Cabanyes fue realmente el pionero de la tecnología conocida como torre solar, ya que puso en marcha un motor aéreo-solar en Cartagena hace casi 110 años, concretamente el 1 de abril de 1903. En septiembre de aquel año, el sistema fue definido de la siguiente manera:

«El principio del invento está en provocar por la acción del calor solar corrientes de aire cuya fuerza, transformada por un motor, se pueda aplicar a fines prácticos. La base del aparato es un alambrado de hierro muy tupido, la chimenea está formada con postes telegráficos empalmados [como Urdangarin], y sus paredes son de alambre también. El aire caliente determina el funcionamiento de la rueda motriz. La instalación carece de calderas, válvulas, engranajes, etc. y, según su autor, pueden construirse motores de esta clase de cincuenta y aún más caballos».

El motor aéreo-solar de Cabanyes constaba de una gran chimenea, pintada de negro y abierta por su parte más inferior (a ras de suelo). Se trataba de aprovechar el mismo principio del tiro de cualquier chimenea convencional, y hacer pasar a la corriente ascendente generada por la radiación solar, por una serie de palas que transmitían movimiento a un eje.

Cabanyes, primero en solitario y después junto a Luis de la Mata, fue experimentando y construyendo modelos mejorados y cada vez más grandes, e incluso llegó a emplear su invento en aplicaciones de gran utilidad en la época, como la elevación de aguas para el suministro económico de riegos.

Una vez que murió Cabanyes, el invento cayó en el olvido, hasta que en 1982 se construyó una torre eólico-solar experimental en Manzanares (Ciudad Real), aunque con financiación e ingeniería alemanas. Funcionó sin problemas hasta 1989, en que el experimento tuvo que ser abandonado por los daños causados por una tormenta en los tensores que sostenían la torre, que medía casi 200 metros de altura y 10 metros de diámetro. El invernadero que calentaba el aire que ascendía por la torre tenía unos 46.000 metros cuadrados y el prototipo llegó a producir hasta 50 Kw de potencia eléctrica.

Así pues, teóricamente parece muy posible la obtención de grandes cantidades de energía barata por este sistema. Únicamente necesitaríamos unos enormes campos cubiertos de plásticos u otros elementos transparentes de materiales modernos absorbentes del calor, a modo de colector solar, alrededor de una torre que ejerza de «chimenea». El aire calentado en este ‘invernadero’ ascendería por el interior de la torre, donde estarían colocados unos aerogeneradores para la obtención de la energía eléctrica. Cuanto más alta fuese la torre, mayor velocidad alcanzaría el aire en su ascenso y mayores posibilidades de aprovechamiento de esa energía. Por eso, en Australia se están planteando seriamente la construcción de torres de este tipo de hasta un kilómetro de altura, que podrían generar más de 40 MW de potencia eléctrica, para una población de más de 100.000 habitantes.

Parece ser que existe también interés aquí por este sistema por parte de varias empresas, de la Universidad de Castilla la Mancha y del Gobierno español, pero me temo que estos 110 años que ya hemos desaprovechado en poder rentabilizar este concepto teórico tan simple, no nos van a hacer reaccionar ahora, y seguramente, los australianos, o cualquier otro país, incluso con peores condiciones climáticas que el nuestro, terminará por desarrollar el sistema, comercializarlo, beneficiarse de él en todos los sentidos, a no ser que alguien lo impidiera mafiosamente, mientras que nosotros tendremos que seguir pagando a Iberdrola y Endesa por su energía cara, porque nunca ha interesado realmente abaratar la producción.

Si se hubiera invertido en este tipo de tecnologías tanto dinero como el que se ha invertido (casi todo público) en la fisión nuclear y como el que se está todavía invirtiendo (casi todo público) en conseguir domar la fusión nuclear, seríamos capaces de generar energía abundante y muy barata, pero… ¿dónde está entonces el negocio?

TZI

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DOS MUNDOS DIFERENTES

La Constitución estadounidense, hasta finales de 1913, prohibía la impresión de dólares por instituciones privadas. Pero, un lobby formado por Paul Warburg (Rotschild Bank), Benjamin Strong (Morgan Trust), Abraham Piatt-Andrew (Tesoro de EE.UU.), Frank Vanderlip (Citi Bank), Charles Morton (First National Bank) y Nelson Aldrich (senador), presionó al entonces presidente de los EE.UU., Thomas Woodrow Wilson, para que los dólares fuesen imprimidos y administrados solamente por ellos mismos.

Así pues, a partir de ese año (1913), los dólares pasaron a ser emitidos por el Sistema de la Reserva Federal (Federal Reserve System, popularmente conocido como FED), una institución privada qure ellos controlaban… y siguen controlando. Casualmente (¿o no?), al año siguiente comenzó la Primera Guerra Mundial, e innumerables acontecimientos mundiales de los que este sistema se aprovechaba con enormes beneficios, financiando la reconstrucción de las economías destruidas.

Yo pienso que «La doctrina del shock» que postula Naomi Klein en su magnífico libro, comenzó ya en estas fechas. Sí que es cierto que posiblemente se afianzó como herramienta no solamente económica (expolio de las riquezas mundiales), sino también política (mantenimiento de la hegemonía estadounidense) a comienzos de los años 70 del siglo pasado, cuando los efectos de los planes Marshall tras la Segunda Guerra Mundial ya habían decaído.

Casualmente (¿o no?), es en esos años cuando el lobby bancario presiona a Richard Nixon para que termine con la paridad del dólar con el oro que, aunque ya no se respetaba el respaldo que debían tener todos los dólares impresos por el oro custodiado en Fort Knox, frenaba las condiciones necesarias para impulsar un fuerte crecimiento económico mundial y llevar a cabo con éxito sus aspiraciones de control total.

La mayor parte de la gente no sabe, ni quiere saberlo, que la Reserva Federal crea dinero de la nada, se lo presta al Gobierno de los EE.UU. cobrándole intereses (qué gran negocio, por eso le interesa que EE.UU. haga guerras continuamente, entre otras cosas), opera fuera del control del Congreso y jamás ha sido auditada. Ya lo dijo uno de los Rotschild: «Permitidnos controlar el dinero de un país y no nos importará quién haga sus leyes. Esa es la máxima de la casa de los Rothschild y es el principio fundacional de los bancos europeos».

Controlan todas las agencias estadounidenses, tipo CIA, NSA, FEMA, etc., controlan el negocio de todo el petróleo del mundo, diseñan planes favorables para sus intereses en todas las regiones del mundo, enfrentan a personas y pueblos con creencias e ideologías dispares…; son los dueños de la guerra y de la paz. El gran negocio es un mercado de préstamos, muchas veces a los dos bandos enfrentados por un conflicto armado, para extenderlo lo máximo posible en el tiempo y sacar así el máximo beneficio; evidentemente, con el poder que tienen, ellos mismos provocan la mayoría de las veces esos conflictos.

Entonces entró en escena el Euro. Yo pienso que esta moneda no la controlan directamente; sí que lo intentan indirectamente a través del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, las agencias de calificación…, pero a veces se les escapa de las manos parte del negocio. Ocurrió con el muy lucrativo negocio mundial del petróleo, que siempre había estado controlado por el dólar americano. Pero, un buen día Saddam Hussein comenzó a operar las transacciones petroleras en euros, creando un precedente muy peligroso como posible ejemplo para el resto de países de la OPEP.

Los euros estaban emitidos entonces con estrictas normas de obligado cumplimiento para todos los países que formaban su estructura, y permitían a los países que operaban con ellos una mayor libertad de acción, ya que no les obligaba a reinvertirlos en el país de origen, como era el caso de los dólares en las operaciones relacionadas con el petróleo. El euro se podía convertir en poco tiempo en la moneda preponderante en los mercados, minando el liderazgo del dólar, que podría devaluarse de manera incontrolada y preciptarse hacia la total desconfianza e inestabilidad, provocando el hundimiento de los EE.UU.

Así pues, había que hacer algo. Como Saddam Hussein se convirtió de repente en malo (tenía armas de destrucción masiva que todavía no se han encontrado y mataba a kurdos, cuando hasta entonces nos había importado una mierda que los matase), hubo que invadir Irak para controlar su petróleo de nuevo, todo ello después del 11-S y posterior defensa contra el terrorismo internacional. Casualmente (¿o no?), los países que más en contra estaban de la invasión (Rusia, China y Francia), eran los que ya compraban el petróleo a Irak en euros, por tanto, los menos alineados con la política del dólar. De ahí que ahora, por ejemplo Francia tenga que invadir Mali para controlar sus yacimientos de uranio (estoy convencido de que EE.UU. financia a los insurgentes musulmanes de Mali). También el francés Strauss-Kahn molestaba en el FMI, y se lo cargaron, curiosamente, en EE.UU.

Para evitar pues ese cambio en el empleo de petrodólares por el empleo de petroeuros, lo ideal era el control directo del petróleo, como han hecho en Irak. Pero no es fácil entrar en todos los países productores (extractores) con las armas por delante, así que en los países no afines había que cambiar de régimen, y de ahí todas las supuestas revoluciones en Egipto, Libia, ahora Siria, y las que vendrán, y su obsesión por Irán… Sudán ya consiguieron dividirlo en dos, casualmente (¿o no?), una de las dos partes tiene casi la totalidad de los pozos petrolíferos actuales y las reservas: ¿qué país decide dividirse en dos después de una guerra civil horrible, quedándose una parte con todo y la otra con nada? Lo lógico hubiera sido repartir mejor o continuar la guerra civil, a no ser que te ofrezcan otro tipo de trato, que desde luego nadie conoce.

Como ya expliqué en un artículo anterior, la UE quería promover acuerdos con todos los países de la cuenca mediterránea, para crear una gran zona comercial formada por Europa, Norte de África y Oriente Próximo ampliado para el 2010. Con lo revuelto que está todo ahora (¿casualidad?), eso va a ser totalmente imposible. El Norte de África y el Oriente Próximo ya vemos cómo van, ¿y Europa?

En Europa, los Criterios de Maastricht para la moneda única europea, eran unas reglas esctrictas que limitaban tanto el déficit presupuestario de los países componentes de la eurozona (menos del 3% del PIB), como la deuda pública total (menos del 60% del PIB), para que los euros tuviesen salud y fortaleza en todo momento. Pero, esa disciplina se fue rompiendo, primero por los paíse grandes (Alemania, Francia…) que enseguida reconducieron la situación con innumerables reformas y sacrificios, pero después provocada en países periféricos, como Grecia con el escándalo de la agencia de calificación estadounidense que mentía con las cifras, o como en España, con el atentado de Madrid del 11-M, que cambió el partido político en el Gobierno, para que el nuevo disparase las cifras de deuda pública y hasta el último momento engañase con las del déficit presupuestario. Los socialistas, que tanto se quejaron de los mercados, del capitalismo, de los banqueros, de los ricos…, les hicieron, quizás sin ellos saberlo, un trabajo magnífico.

En fin, no quiero extenderme demasiado porque nadie me va a leer. Decir por último que no tengo muy claro si detrás del euro están los mismos que crearon la FED, o si la UE es un mercado alternativo al dólar para refugiarse en caso de que se hundiera éste. Si que creo que, desgraciadamente, la única manera de mantener el euro estable y fuerte, es la política de austeridad que preconiza Alemania. Por supuesto que muchos ladrones sin escrúpulos nos han llevado a esta situación, pero ya no cabe lamentarse; les hemos seguido el juego, les hemos dejado seguir jugando, ellos han ganado y nosotros hemos perdido.

Como dijo Nicholas Murray Butler, del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations, CFR): «El mundo se divide en tres categorías de personas: un pequeñísimo número que hace producir los acontecimientos; un grupo un poco más importante que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá lo que en realidad ha acontecido». Es decir, existen dos mundos diferentes: los que juegan activamente para conseguir sus fines y los que sufrimos pasivamente las consecuencias de ese juego maquiavélico.

TZI

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MÁS SOBRE EL FLÚOR

Hace ya tiempo que escribí algo sobre el flúor, y tuve críticas de aquéllos que consideran que las estadísticas solo pueden ir en un sentido, es decir, para apoyar sus teorías, y nunca para contradecirlas. Yo insistiré siempre que es la realidad la que se impone, que cada vez padecemos más enfermedades, estamos menos sanos, debido fundamentalmente a la contaminación ambiental, alimentaria y farmacológica que sufrimos, tanto sin desearlo como queriendo, y quien niegue eso es porque prefiere ponerse una venda en los ojos para parecer más feliz o porque está lucrándose con algunos de los productos contaminantes y no le interesa que se regule o prohíba su empleo; no hay término medio ni matices que hagan parecer mejores a unos de otros. Así de clarita veo la situación actual de nuestra «civilización» (???).

Voy a insistir de nuevo en este tema del flúor, un elemento químico muy reactivo, que forma compuestos con casi todos los demás elementos, y que puede incluso alterar la estructura de grandes moléculas, como las proteínas o el ADN, y paralizar el funcionamiento de las enzimas. Está demostrado que afecta el funcionamiento de la glándula tiroides, provocando obesidad, problemas neurológicos, perturbaciones de la memoria y del sueño, depresión, deterioro intelectual, etc.

Hay quien apunta, con gran acierto creo yo, que puede ser una de las principales causas (junto a una muy deficiente alimentación) de la gran proporción de estadounidenses obesos, teniendo en cuenta que EE.UU. fue el país pionero en la fluoración del agua y es donde se receta uno de los fármacos más empleados para combatir la disfunción de la tiroides (el Synthroid).

En 1945 se comenzó a fluorar el agua corriente en EE.UU. para prevenir la caries, y se impuso después en muchos otros países. En la actualidad, se calcula que consumen agua fluorada artificialmente unos 370 millones de personas en el mundo, a los que hay que sumar otros 50 millones que consumen agua con alto contenido de flúor natural. En Europa, la mayoría de los países ha ido dejando de utilizar la fluoración del agua de consumo humano (incluso en algunos países se ha prohibido), como Alemania, Francia, Italia, todos los países escandinavos, el Benelux, Austria, etc., pero no así España, donde se calcula que más de 4.250.000 personas consumen agua fluorada artificialmente.

Pero, también hay compuestos fluorados en las aguas embotelladas, el té, la sal, el vino, la cerveza, los cereales, los zumos, los refrescos, las carnes deshuesadas e incluso las leches especiales para bebés. También está presente en el teflón de las sartenes y puede ser peligroso al degradarse con el tiempo y las altas temperaturas. Aparecen compuestos de flúor en procesos industriales que contaminan en ambiente y en algunos medicamentos muy recetados.

A comienzos del siglo XX, se descubrió en Groenlandia una gran veta de criolita, un mineral rico en fluoruro. De allí, era transportado a Dinamarca, hasta la fábrica Oresund Chemical Works. Los obreros de esta fábrica padecían una extraña enfermedad paralizante conocida con el nombre de «espalda de póker». A finales de los años treinta se investigó la dolencia para saber si tenía relación con el flúor, que conforma el 50% de la criolita. Los trabajadores tenían dientes en mal estado, artritis, problemas estomacales, sarpullidos y úlceras. Los dientes que estaban en peor estado contenían más cantidad de flúor y los hijos de las madres obreras lactantes también tenían los dientes manchados típicos de una fluorosis.

El responsable de ese estudio concluyó: «La suposición general de que el fluoruro es necesario para la calidad de los dientes se basa en información deficiente. El actual conocimiento indica claramente que el fluoruro no es necesario para la salud de ese tejido sino que, por el contrario, el esmalte dental es especialmente sensible a los efectos perjudiciales del fluoruro». Y su recomendación fue tajante: «El uso terapéutico de los compuestos de fluoruro, al menos en niños, debe cesar». Continuó investigando el tema, incluso en otros países, y terminó proponiendo que se reconociera la intoxicación crónica por fluoruro como enfermedad laboral a compensar, se prohibiera la contratación de mujeres y jóvenes para trabajar con compuestos de fluoruros, se exigiera a la industria que neutralizase los productos de desecho que contuvieran fluoruro y se valorase prohibirlo en los fármacos.

Las grandes empresas industriales no tardaron en defenderse de esta amenaza para su negocio. Sobre todo, después de que la Compañía de Aluminios de América (ALCOA) confirmase la relación entre el flúor y las manchas dentales, con un estudio secreto en una de sus fábricas. Empresas como DuPont y General Motors contrataron a Robert Arthur Kehoe, quien ya logró convencer a las autoridades de que el plomo de la gasolina es inocuo, evitando la regulación de su uso y provocando la muerte de miles de personas al año hasta su prohibición 60 años después.

El principal colaborador de Kehoe se metió con su esposa e hijo en una cámara que contenía ácido fluorhídrico para demostrar que este gas no tiene efectos negativos. Al final, los tres murieron por esa causa, pero como los efectos negativos se van produciendo lentamente, Kehoe pudo hacer frente a las demandas que se habían ido presentando contra ALCOA, DuPont y US Steel, y así, el freón pudo convertirse en el principal refrigerante mundial.

Durante el Proyecto Manhattan, en el que el flúor intervenía de manera decisiva en la producción de uranio enriquecido, así como durante la Guerra Fría, en que se almacenó un gran arsenal nuclear, se multiplicaron las fábricas de fluoruros que perjudicaron la salud e incluso la vida de muchos de sus trabajadores y de las poblaciones cercanas que recibían sus emisiones. Entonces surgió el dilema de reconocer el peligro del flúor y sus derivados y enfrentarse a una oleada de demandas o convencer a todo el mundo de que es inocuo, incluso beneficioso para la salud.

Los bufetes de las principales empresas implicadas se organizaron en un Comité de abogados del flúor, que se coordinaría con los médicos y científicos a sueldo de esas mismas empresas. Crearon el laboratorio médico más grande de EE.UU. y contrataron al bioquímico toxicólogo Harold Hodge para liderar el Proyecto F, es decir, la investigación sobre la posible toxicidad del flúor. Los resultados de esa investigación demostraron la enorme toxicidad del flúor que, lógicamente, se ocultaron. Hodge fue nombrado presidente del Comité de Toxicología del Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos, y se convirtió así en el principal promotor de la fluoración del agua en EE.UU.

A raíz de una demanda de unos agricultores de Nueva Jersey, en cuya sangre se encontraron altos niveles de fluoruro, Hodge tuvo la idea de contrarrestar el miedo al flúor con una campaña de propaganda para que el público lo identificase como algo bueno para la salud, como es prevenir la caries, con bajas dosis, aunque no existe ninguna evidencia científica que lo apoye. La campaña de Hodge fue un éxito y se comenzó a fluorar el agua de consumo humano, para prevenir supuestamente la caries.

Para reforzar toda esta manipulación, el Servicio de Salud Pública, la Asociación Dental Americana y la Asociación de Obras Hidráulicas se encargaban de recopilar información sobre los médicos que se oponían al fluoruro y hacían circular información denigrante sobre ellos. Incluso se creó una agencia especial para estas campaña de difamación contra los posibles disidentes. El Código Deontológico de los dentistas afirmaba que los profesionales que se opusieran a la fluoración cometían una grave negligencia y podían ser amonestados y perder la licencia.

Desde luego, todo esto es de locos y demuestra, una vez más, que estamos controlados por una panda de psicóticos, paranoicos, esquizofrénicos… que únicamente buscan el máximo beneficio a costa de lo que sea, que deberían estar encerrados de por vida porque no son dignos de llamarse seres humanos. Que yo sepa no existe ni un solo estudio concluyente que demuestre que el flúor previene la caries y aun así, se sigue utilizando este dogma de fe para proporcionar flúor a los chicos en las escuelas o a través de los dentistas, como en el Programa de Atención Dental Infantil (PADI), que incluye de forma gratuita el «flúor tópico si existe alto riesgo de caries».

Y es que, desengañémonos de una vez, el negocio de los dentistas es que tengas mal los dientes, que tengas caries, y no lo es el prevenirlas. Hasta que no entendamos estos detalles, seguirán engañándonos, seguiremos teniendo mal los dientes, seguiremos teniendo problemas de salud evitables y seguiremos muriendo para que otros consigan el máximo beneficio, que incluso la muerte es un gran negocio. ¿De verdad sigues creyendo que a alguien le preocupa realmente tu salud y que vivas sano más de 100 años? De tu ingenuidad se valen para esconder sus animaladas; puede que a ti no te importe, pero tienes una gran responsabilidad con tus hijos.

TZI

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